lunes, 15 de diciembre de 2014

Agua sucia, Agua limpia

¿Puede un tubo abrirse y dar agua suci y agua limpia al mismo tiempo? No. Es muy simple, o da agua limpia o da agua sucia pero si mezclamos las dos el agua limpia se contamina y se convierte en sucia.

¿Puede un cristiano bendecir y tener mal vocabulario al mismo tiempo? No. Es muy simple, o habla de forma sana o habla de forma vulgar pero si queremos decir las dos cosas al mismo tiempo terminamos siendo unos vulgares mal hablados. 

Ahora bien, ¿puede un cristiano pecar siendo ya salvo? Claro que sí. 

Hijitos míos, les escribo estas cosas para que no pequen. Si alguno ha pecado, tenemos un abogado ante el Padre, a Jesucristo el justo. 1 Juan 2:1 

Pero nosotros decidimos que hablar, nosotros decidimos como actuar. Para nadie es un secreto que hay cristianos que dicen malas palabras, así como hay cristianos que mienten, roban, pelean, etc. Lo que pasa es que es una lucha diaria del cristiano para no caer en las tentaciones de pecar. 

Entonces ¿cómo vencer esas tentaciones? ¿Cómo dejar de hablar mal, dejar de ser vulgar? Te damos algunos consejos que esperamos sean de bendición. 

1. Detecta las palabras. 
Pon atención a lo que dices. Escucha tu forma de hablar, probablemente estés pensando "no digo palabras muy vulgares, solo digo alguna expresión un poco grosera cuando me enojo o me asusto". No importa que tan grosera o vulgar sea la palabra, si es una palabra que no se puede usar para glorificar a Dios entonces no es una palabra o expresión correcta. Recuerda que somos el reflejo de Dios para el mundo entonces cuidemos nuestras expresiones. 

2. Detecta las ocasiones que te hacen hablar mal.
Algunas veces es cuando nos asustamos, cuando nos enojamos, cuando otra persona casi nos golpea el automóvil, cuando estamos con unos amigos y simplemente se nos "contagia" su forma de hablar. Sea cual sea la ocasión comienza a controlarte, a pensar antes de hablar, a mantener la calma para que no dejes que tu ira, miedo o cualquier emoción te haga pecar. Los amigos, familiares y demás personas no deberían contagiarnos, nosotros somos los que deberíamos contagiar a los demás del amor de Cristo, de nuestra forma de hablar, que a los demás les de gusto estar con nosotros. Lo que esta en nuestra mente es los que vamos a hablar, así que pensemos en cosas de bendición para los demás y ora nuestras vidas.

Por lo demás, hermanos, piensen en todo lo que es verdadero, en todo lo honesto, en todo lo justo, en todo lo puro, en todo lo amable, en todo lo que es digno de alabanza; si hay en ello alguna virtud, si hay algo que admirar, piensen en ello. Filipenses 4:8 

3. Limpiemos nuestra agua. 
Tal vez llevamos mucho tiempo de hablar mal, tal vez ya se hizo nuestra costumbre, tal vez tan rodeados de personas mal habladas que sería "imposible" dejar de hacerlo. Para Dios todo es posible. Si Dios, con la sangre de Jesús , limpió todos nuestros pecados, ¿cómo es posible que pensemos que dios no nos puede limpiar nuestra manera de hablar? Dios puede. Entreguemos nuestro vocabulario al Señor, dejemos que nuestro labios sean de bendición a otros. Es una lucha diaria. No basta con orar y decir: "Señor cambia mi forma de hablar" y dejarle el trabajo solo a Dios, nosotros debemos poner de nuestra parte. Llenémonos de la Biblia, de oración, de amor de Cristo. Ponte metas, por ejemplo ponte la meta de mínimos una vez al día hablarle a una persona de Cristo, una vez al día, para comenzar, y verás como vas a ir cambiando tu forma de pensar y hablar, veras como el amor a Dios y su obra nos va a bendecir. Dios nos puso en medio de este mundo para que hablemos de Él. Recordemos que Jesús nos transforma. 

Por lo tanto, todos nosotros, que miramos la gloria del Señor a cara descubierta, como en un espejo, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor. 2 Corintios 3:18

Entonces, que nuestra agua sea limpia, nuestra mente pura y nuestros labios de bendición para otros.

Como dijo un hombre una vez: "somos la única biblia que muchos podrán leer"

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