1. Es capaz de hacer acciones: el Espíritu Santo no solo siente y tiene voluntad, sino que también hace cosas? Por ejemplo:
Intercede por nosotros: que lindo es saber que el mismo Espíritu Santo intercede por nosotros ante Dios.
De igual manera, el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad, pues no sabemos qué nos conviene pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Romanos 8:26
Nos guía en esta vida: Él nos guía por donde mejor nos conviene si tenemos nuestra fe en Dios
Como el Espíritu Santo no les permitió proclamar la palabra en Asia, ellos se limitaron a atravesar Frigia y la provincia de Galacia. Cuando llegaron a Misia, intentaron ir a Bitinia, pero el Espíritu tampoco se lo permitió. Hechos 16:6-7
Nos llama a trabajar y servir: Él mismo pide obreros que sirvan al Señor. ¿Estamos dispuestos a ir donde nos lleve?
Como ellos servían al Señor y ayunaban siempre, el Espíritu Santo dijo: «Apártenme a Bernabé y a Saulo, porque los he llamado para un importante trabajo.» Hechos 13:2
2. Su obra: el mismo Espíritu se encuentra constantemente trabajamos tanto en la vida de los hijos de Dios como de los que aun no han conocido a Cristo.
No creyentes: aquí el Espíritu vive rectificándoles y los convence de pecado para que puedan encontrar la salvación en Cristo. Jesús mismo habló del Él:
Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. San Juan 16:8
Si creyentes: y no hay nada más hermoso que saber que una vez que creemos en Ceiso nacemos de nuevo pero a través del Espíritu Santo.
Jesús le respondió: «De cierto, de cierto te digo, que el que no nace de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. San Juan 3:5
Para resumir, el Espíritu Santo es un ser divino, parte de la Trinidad. Debemos nacer del Espíritu para ser salvos. Esto se logra creyendo en Jesús como Salvador y entregando nuestro corazón a Él. La pregunta es ¿ya naciste del Espirito?
»Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna. San Juan 3:16
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